Usando un criterio amplio, se puede afirmar que un libro que
enseña operaciones mágicas, es un libro mágico. En obras más exigentes
pediremos que su lectura o manipulación opere prodigios, en este último sentido
la biblioteca resultante es más bien escasa.
Nicolás Flamel que era un alquimista del siglo XIV da cuenta
de un libro que al parecer había sido editado en el infierno, para el honrado
buscador de extravagancias los textos herméticos resultan menos ilustrativos que tediosos.
Nicolás Flamel
Obvias alegorías, recurrentes instituciones, intimidaciones
verbales, etc. Éste que cita Flamel era dorado y viejo, las hojas no eran de
papel ni de papiro sino de fina corteza de árbol joven. Estaba encuadernado en
cobre y la tapa estaba cubierta de unos caracteres indescifrables. Se componía
de tres fascículos de siete hojas cada uno, la séptima hoja aparecía siempre en
blanco en clara alegoría al descanso divino luego de la creación. Los textos
adornados con bellísimas ilustraciones estaban escritos el latín con una
rebuscada caligrafía.
En la portada se leía en grandes letras: “El judío Abraham príncipe levita sacerdote y
astrónomo saluda y bendice al pueblo judío que la ira de Dios dispersó por toda
la Galia” el resto de la página proseguía lleno de horribles maldiciones
para quien osara leer el libro.
Las maldiciones son énfasis destinados a aumentar la fe del
lector, mas que a espantarlo.
Según Flamel, a partir de la tercer hoja se explicaba en
sencillas palabras como transformar los metales en oro. Al parecer esta
revelación tenía como objeto ayudar al pueblo cautivo a pagar sus impuestos
durante veintiún años el alquimista realizó miles de experimentos, lo ayudaba en
ellos una joven señora llamada Perenelle.
Flamel y Perenelle
El 25 de Abril de 1382 a las cinco de la tarde, Nicolás
Flamel transformó una cantidad de mercurio en casi la misma cantidad de oro, la
explicación que dejó de aquel hecho es perfectamente inútil y figura en otro
libro que escribió él mismo llamado “Libro de las figuras Jeroglíficas”.
Finalmente el hecho prodigioso que operó el viejo libro
infernal, la maldición se cumplió, y Flamel murió misteriosamente mientras
buscaba el arcano que prolonga la vida o sea el elixir de la eterna juventud.
Algunos aseguran sin embargo que Flamel no murió, el conde
de San Germain, decía que en el siglo XVIII era cosa común verlo caminar por
París… del libro fatal no volvieron a tenerse noticias.
Otro libro…
“La Sibila de Cumas”
se presento en Roma durante el reinado de Tarquino el soberbio, uno de los
siete reyes de Roma, traía nueve colecciones de oráculos milagrosos. Su propósito
era vender estos libros al rey, pero
Tarquino encontró excesivo el precio y no los quiso.
Sibila de Cumas
La Sibila insistió y a cada negativa de Tarquino quemaba
tres colecciones, al fin el rey se decidió a comprar las tres últimas y las depositó
en el templo de Júpiter capitolino. La Sibila iba aumentando el precio y
finalmente tarquino pago por esas tres últimas lo que le habría costado toda la
colección…
Tarquino de Roma
Durante la república, es decir después de los reyes, y
hasta la época de Augusto, el primer
emperador, estos libros fueron tenidos por milagrosos y se los consultaba en
caso de graves dificultades o desgracias. El resultado de estas consultas era
que las calamidades desaparecían como por encanto, salvo cuando se
interpretaban erróneamente las respuestas, cosa que en realidad sucedía con la
mayor frecuencia…
Me atrevo a opinar que el prestigio de estos rollos nace del
hecho de haber sobrevivido al fuego, es inevitable cierta devoción por los
textos salvados de una catástrofe, de modo especial cuando los perdidos son
mayoría.
Todos sabemos que las nueve décimas partes de los libros de
la antigüedad clásica están perdidos, y estas circunstancias nos hacen venerar los
libros a los que han llegado hasta nosotros, aunque nos aseguren que no son los
más meritorios.
Hay incluso la posibilidad de una literatura nacida en
ruinas, es decir, nada se ha perdido, todo fue escrito así, con párrafos faltantes y
mintiendo el extravío de palabras que nunca fueron escritas…
El legendario “Libro
del olvido”…
Como ustedes sabrán avanzar en este libro es ir limpiando la muerte de recuerdos, y la
última página ya nos deja limpios de ayeres. La leyenda asegura que este libro tiene
un texto cualquiera. A lo mejor es uno de los millones de ejemplares que hay de
“La dama de las Camelias”, pero ese
ejemplar y solo ese es en verdad el libro del olvido, y el lector no lo sabe, y
mientras van conociendo las aventuras de la protagonista, se interna en el
brumoso país de la desmemoria.
Sin embargo no se sabe de nadie que haya completado su lectura,
desde luego quienes lo hicieron lo
olvidaron y esta misma circunstancia
impide la localización del libro, cuya
apariencia, estado y ubicación también han sido olvidados.
Algunos dicen que hay más de un “Libro del olvido”, y que son muchos los ejemplares mágicos que
anulan los recuerdos, hay también quienes leen para olvidar una pena, entonces
recorren bibliotecas enteras con la esperanza de encontrarlo.
La "Dama de las Camlias" fue escrita por Alejandro Dumas hijo
Finalmente están los que se preguntan si todos los libros no
serán el “Libro del olvido”, si no es
cierto que toda memoria no está destinada
borrarse, que toda pena desparecerá del peor modo, que somos un
relámpago en la noche eterna.
Extracto leído por Alejandro Dolina
en “La Venganza será terrible”
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